Los lunes al sol
Piquetes y policías luchando con música apacible de fondo. Entre el humo negro de una barricada se puede entrever un cartel: “Astilleros”. Así comienza Los lunes al sol, situando su acción (y emoción) tiempo después del cierre inmisericorde de unos astilleros en el norte de España, dejando cientos de trabajadores en la calle. La película reflexiona sobre la vida a través del trabajo, o la falta de él, sobre la impotencia ante un mundo cambiante y sobre todo sobre la pérdida de identidad.
La historia gira en torno a varios ex trabajadores del astillero que buscan su hueco en un mundo que ha cambiado y en el que no encuentran su sitio. En la barra del bar reflexionan sobre la vida y entre cerveza y cerveza salen a la búsqueda de trabajo. Santa, un caradura que no se da por vencido, lucha contra todo y cuestiona el funcionamiento del mundo. Sus compañeros se intentan subir al tren del progreso, haciendo colas en las oficinas del paro, echando la vista atrás, sabiendo que tendrían que haber estado unidos luchando hombro con hombro, viendo que ya no queda nadie ahora para pelear por ellos y lanzándose a diario a construir futuro con todo en contra.
Esta película deja un amargo sabor y muchas reflexiones. Somos mucho más que el trabajo, pero ¿qué hacemos cuando queremos trabajar y no nos dejan? Nos sobran horas en el día, mucho tiempo para sentarse al sol sin prisa por llegar a fichar. Situaciones de vida reales, que nos dejan frases brillantes que invitan a reflexionar porque, como reflexiona Santa, “lo que aquí no dice es por qué algunos nacen cigarra y otros hormiga, porque si naces cigarra estás jodido”.
