La primera vez

La primera vez que tuve una migraña, pensé que me estaba dando un ictus. Las luces; los sonidos… Todo era terriblemente desagradable para mí. Cuando por fin me diagnosticaron esta enfermedad, tuve miedo de decirlo en el trabajo, pero un día se lo comenté a mi compañera para que me cubriera durante un par de horas.

Ella lo hizo encantada, pero por desconocimiento, me dijo que me tomase un paracetamol. “Eso es mano de santo para el dolor de cabeza”, me aseguró. Pero es que la migraña no es solo un dolor de cabeza.

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