Sin tinta en las manos
Recuerdo, de adolescente, fijarme en los brazos tatuados del novio de mi hermana. Figuras y formas de colores descendían por su piel atrapando mi mirada e invitándome a visualizar mundos imaginarios llenos de flores, calaveras y océanos. La fantasía se cortaba de golpe al llegar a las manos. Piel virgen. Le pregunté por qué. “Si me tatúo las manos, no puedo ocultar mis tatuajes ni llevando manga larga” me explicó. Pensándolo ahora, me percato de la ironía. Para ciertos jefes, resulta evidente que si alguien tiene tinta en las manos no puede llegar a tenerlas limpias.