
Racismo: discriminación en aumento
Los discursos políticos impulsados por la derecha y la ultraderecha contribuyen a “deshumanizar y presentar como una amenaza para la sociedad” a las personas migrantes.
El racismo y la xenofobia son el primer motivo por el que se comete un delito de odio en España. Los discursos y los actos discriminatorios contra las personas migrantes y refugiadas en Europa no dejan de crecer. Todos los indicadores lo apuntan. De hecho, los delitos de odio crecieron un 21% en 2023, según el Ministerio de Interior. Además, en el último Eurobarómetro Especial sobre la Discriminación se refleja que el origen étnico y el color de piel se encuentran entre los principales motivos de discriminación en Europa y estos crecen con respecto a los datos recopilados en el año 2019.
Según el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (Oberaxe), quienes reciben más mensajes de odio en redes sociales son las personas originarias del norte de África, musulmanas y afrodescendientes. En especial, en los últimos tiempos se ven afectadas también niñas, niños y adolescentes. Los discursos políticos impulsados por la derecha y la ultraderecha, en los que se utilizan términos como el de MENA para referirse a los menores migrantes no acompañados, contribuyen a “deshumanizarles y presentarles como una amenaza para la sociedad”, explica la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).
“Es necesario poner en el centro de las políticas migratorias a las personas, y más cuando se trata de niños y niñas”, recalca CEAR. En este sentido, la entidad también remarca que “estos discursos de odio son el germen de las discriminaciones y violencias ejercidas contra grupos en situación de vulnerabilidad. Son los responsables de que el racismo y la xenofobia continúen siendo el primer motivo por el que se comete un delito de odio en España”, señala la entidad.
En concreto, los delitos de odio son aquellos actos delictivos cuyo origen es la intolerancia hacia un grupo de personas históricamente vulnerabilizado y percibido como diferente. Cuatro de cada diez delitos de odio registrados el pasado año responden a una motivación racista o xenófoba, un 13% más que en 2022, según la Oficina Nacional de Delitos de Odio del Ministerio de Interior.
La punta del iceberg
Sin embargo, todos estos datos podrían ser solo la punta del iceberg: los delitos de odio que conocemos y que recogen las estadísticas oficiales. Pero lo cierto es que los datos más recientes de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea sobre discriminación racial o étnica reflejan que el 88% de los encuestados no presentó una denuncia o queja sobre el incidente de discriminación racial más reciente que han vivido. En concreto, en España, el 82% de las personas que tiene experiencias discriminatorias no lo denuncia ni presenta una queja o una reclamación.

Algunas de las variables que influyen en la infradenuncia son el origen, el género, la edad, el tiempo de residencia y la situación administrativa y laboral de la persona afectada. Así lo recoge la Guía de buenas prácticas para combatir la infradenuncia del racismo, elaborada por Accem en colaboración con el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.
“Las razones que explican la no denuncia son diversas y dependen del área en que se produzca la discriminación, aunque es cierto que para casi todos los espacios aparece como principal causa que “nada cambiaría al denunciar la situación”. En Europa, entre el 30% y el 40% apuntaron hacia esta razón para casi cualquiera de los ámbitos y sin diferenciación por grupos sociales. La segunda causa es que se trataba de “cosas triviales sin importancia”, y la tercera es que consideran que es una situación que “sucede todo el tiempo”, señala el mismo informe.
Mientras, en España, “las motivaciones que llevan a las personas que han sufrido algún tipo de discriminación racial o étnica a no denunciar son del mismo tipo. Se centran en la desconfianza en su utilidad para mitigar las consecuencias de las experiencias de discriminación (22%), así como en considerarlo algo normal sin importancia, minimizando o justificando la situación (25%). El desconocimiento sobre cómo denunciar supone el 11%, y el miedo a las represalias o a generar problemas para su regularización es el 10%”, especifica el texto.
Una discriminación generalizada
El mayor ámbito de discriminación racial o étnica es el acceso a la vivienda (31%), donde una de cada dos personas de origen africano, no mediterráneo o magrebí ha experimentado discriminación, seguido por la discriminación en establecimientos o espacios públicos (30%), en el ámbito laboral (26%), en el ámbito educativo (20%) y en el trato policial (19%).
Racismo inmobiliario es el que sufrió Mehdi el Madyouni. Pasó meses buscando vivienda en Reus (Tarragona) sin éxito. “Soy moro. Cuando llamo y oyen mi acento, me crucifican. Me esquivan para no enseñarme el piso”, explicó el propio Madyouni en declaraciones a a los medios de comunicación. El joven llegó a denunciar a la inmobiliaria Finques Pagès por discriminación residencial. Finalmente, la agencia pagó a Madyouni una indemnización de 4.000 euros por daños morales. Así, la empresa evitó el proceso judicial.
En lo referente al ámbito laboral, el último Informe sobre la Integración de la Población Extranjera en el Mercado Laboral Español, realizado por el Oberaxe, deja patente una “notable falta de integración laboral” de la población extrajera en general. De hecho, las tasas de actividad y de ocupación “son sistemáticamente inferiores para los extranjeros” en los tramos de edad con más necesidad de integración laboral. Del mismo modo, las diferencias en las tasas de paro y en las condiciones laborales “ilustran un nivel de integración deficiente” con una brecha salarial bruta del 34% que aumenta hasta el 37% en el caso de las mujeres.
Otra de las discriminaciones que tienen lugar en el espacio público y que llama especialmente la atención apunta directamente a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Son los controles policiales por perfil racial, las conocidas como “redadas racistas”. Esta sigue siendo una práctica habitual en España. Así lo constata el informe Vigilancia 0.2 elaborado por la entidad SOS Racisme.
En concreto, este análisis especifica que, por cada ciudadano con nacionalidad española identificado en la calle, la Policía detiene a tres personas extranjeras. O lo que es lo mismo: en Catalunya, los agentes sólo paran a cinco de cada 100 españoles, mientras que en el caso de la población extranjera la cifra de identificados se eleva a 19. El Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación Racial pidió a España en 2011 que “erradicara” estas prácticas que “se pueden traducir en detenciones indiscriminadas”.
El racismo en el fútbol
Los datos constatan que el racismo está presente. Cada día y en cada situación. Y esto se ha puesto en relieve con los acontecimientos racistas que han tenido lugar en los estadios de futbol de la primera división española en los últimos meses. Uno de los capítulos más sonados tuvo lugar en el mes de mayo del año 2023 en Valencia. Fue cuando el delantero del Real Madrid Vinicius Jr. recibió insultos racistas en un partido que se jugó en Mestalla. Tres aficionados del Valencia C.F fueron condenados a ocho meses de prisión por un delito contra la integridad moral con agravante de odio. LaLiga destacó que esta decisión judicial es “la primera sentencia condenatoria por insultos racistas en un estadio de fútbol en España”.

El fallo indica que los tres procesados increparon con gritos, gestos y cánticos al jugador. En ellos, se referían a su “color de su piel, obrando con evidente desprecio al color negro de la piel del jugador”. El juez dictaminó en su sentencia que esas actitudes “de carácter racista” causaron al futbolista “sentimientos de frustración, vergüenza y humillación, con el consiguiente menoscabo de su dignidad intrínseca”.
Pero el de Vinícius Jr. no es el único caso de racismo en los estadios. Nico Williams, jugador de Athletic de Bilbao, también recibió insultos racistas cuando estaba en el terreno de juego. Fue el pasado mes de abril en el estadio Civitas Metropolitano. “Hay que seguir trabajando. Esperamos que esto vaya cambiando poco a poco. Estamos haciendo una lucha interna y externa contra eso. Y es lo que hay”, valoró el jugador del Bilbao en declaraciones a Dazn.
En este sentido, Vinícius Jr. aseguró en una entrevista en la cadena CNN que el Mundial de 2030 debería cambiar su ubicación si España no avanza en la lucha contra el racismo. “Hasta el 2030 tenemos un margen muy grande para la evolución. Espero que España pueda evolucionar y entender lo serio que es insultar a una persona por el color de su piel”, sentenció.