En el camino hacia una movilidad sostenible

El transporte por carretera representa una quinta parte de las emisiones de CO2 de la Unión Europea. Para atajar esta problemática existe una hoja de ruta con muchas medidas, una de ellas es el impulso del vehículo eléctrico

Objetivo: que en el año 2030 haya 5,5 millones de vehículos eléctricos en circulación en España. Así lo estipula el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). Pero este es solo un paso en el plan que tiene la Unión Europea (UE) para hacer frente a la emergencia climática. La Ley Europea del Clima contempla que las emisiones netas de gases de efecto invernadero se reduzcan al menos un 55% para el mismo año. Además, la intención última de la institución comunitaria es que todos los coches y furgonetas nuevas que se vendan en la UE a partir de 2035 no produzcan emisiones de CO2.

Se trata de un largo y ambicioso camino que pretende, además de lograr el objetivo de neutralidad climática en 2050, reducir las emisiones de los automóviles. La razón es simple: el transporte por carretera representa una quinta parte de las emisiones de CO2 de la UE. Ante este panorama, surge como la alternativa más eficaz avanzar hacia una movilidad más sostenible. 

Este nuevo paradigma implica garantizar que nuestros sistemas de transporte respondan a las necesidades económicas, sociales y ambientales, reduciendo al mínimo sus repercusiones negativas. Ante esta tesitura, surgen grandes necesidades. Una de ellas es la que tiene que ver con la descarbonización de la movilidad por carretera. Y es aquí donde el coche eléctrico se convierte en nuestro gran aliado. 

Por el momento, la venta de vehículos eléctricos está siendo especialmente exitosa en países como Noruega, Suecia o Dinamarca, donde ya representan una parte considerable de las matriculaciones. En cambio, España continúa rezagada, con un crecimiento más lento en comparación, no solo con los países nórdicos, sino también con sus vecinos más cercanos como Portugal. 

De hecho, los coches eléctricos apenas suponen un 5,6% de las ventas en nuestro país, un porcentaje que contrasta con los datos de nuestros vecinos lusos, donde la cifra es tres veces mayor, con un 19,9%, según los datos de la Asociación de Fabricantes de Automóviles de Europa (ACEA), que ha analizado la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).

El mismo informe apunta que las razones de las pocas ventas de coches eléctricos en España son variadas, pero entre ellas, destacan: la falta de infraestructura de carga pública; la dificultad para acceder a las ayudas estatales; el precio elevado de los vehículos eléctricos; y la falta de espacio para instalar cargadores domésticos en la mayoría de las viviendas, ya que más del 60% no cuentan con plaza de aparcamiento propia.

Los desafíos de la electrificación

La flota de vehículos eléctricos en España a finales de 2024 era de 420.000 automóviles. Mientras, los puntos de recarga públicos apenas alcanzaban los 39.000. Son los datos de un informe elaborado por Payment Innovation Hub y Afi, en colaboración con CaixaBank, Visa y Arval, titulado Impulso a la movilidad verde: Presente y futuro de la infraestructura de recarga del vehículo eléctrico en España. En el estudio se preguntaron cuántos puntos más hacen falta en nuestro país para igualar el servicio de las gasolineras. La conclusión fue que España necesita 19.300 puntos de recarga ultrarrápida más.

Los datos, además, arrojan luz sobre más evidencias: el coche eléctrico es, todavía, un gran desconocido para una amplia parte de la ciudadanía. Las dudas sobre ellos son abundantes. Mientras, en la era de la posverdad, los bulos sobre este tipo de vehículos campan a sus anchas por internet. Uno de los mitos que más ha cogido aire en los últimos tiempos es el que tiene que ver con su durabilidad. La duda sobre si los coches eléctricos tienen una vida útil más corta que los coches de combustión la ha resuelto la revista científica Nature en uno de sus estudios, titulado The closing longevity gap between battery electric vehicles and internal combustion vehicles in Great Britain. La respuesta es contundente: no. 

Un equipo internacional de investigadores, en colaboración con la Universidad de Birmingham, ha inspeccionado 300 millones de vehículos entre 2005 y 2022 en las pruebas de la ITV del Reino Unido. Tras ello, han determinado que los coches eléctricos tienen una vida útil similar a la de los vehículos de combustión. De hecho, se estima que un coche eléctrico tiene una vida útil de 18,4 años – solo ligeramente inferior a los 18,7 años de los coches de gasolina – y superior a los 16,8 años de los de diésel.

¿Y qué pasa con su capacidad para recorrer kilómetros? El estudio ha revelado también que los coches eléctricos pueden recorrer hasta 200.000 kilómetros a lo largo de su vida útil. Esto les coloca en una posición competitiva frente a los coches de combustión que, en muchos casos, solo superan esta cifra gracias a reparaciones constantes y al mantenimiento de componentes básicos. 

Otras de las falsedades que se han vertido sobre este tipo de vehículo durante los últimos tiempos son las siguientes: sus baterías se degradan rápido y no tienen garantía; se incendian más fácilmente y son más caros de mantener que los de gasolina.

Todas estas afirmaciones son mentira: casi todos los fabricantes de vehículos garantizan la duración de sus baterías con una degradación inferior al 25% durante ocho años o 160.000 kilómetros; en los vehículos eléctricos el riesgo de incendio es diez veces menor que en el de uno de gasolina y tienen motores más sencillos que trabajan a temperaturas más bajas, lo que puede disminuir el riesgo de averías y requerir menos mantenimiento.

Una transición ya en marcha

Pero las cuestiones técnicas, logísticas y de infraestructura no son los únicos retos que plantea el impulso del vehículo eléctrico en España. La transición hacia este nuevo paradigma de movilidad debe hacerse bajo unos pilares concretos. Así, el proceso debe ser ambicioso, rápido, justo y ordenado. Y para ello, hay que tener en cuenta cómo es en la actualidad el sector del automóvil en España y poner en el centro a las personas trabajadoras que lo conforman. 

Para ello, es necesario establecer un diagnóstico de los impactos negativos que puede tener este proceso en el empleo, con la anticipación suficiente para ofrecer alternativas a las personas trabajadoras afectadas. 

Así, en el camino para transformar la industria de la fabricación de vehículos en la industria de la movilidad sostenible, es fundamental desarrollar un mapa industrial que recoja información detallada sobre los centros y puestos de trabajo actuales, los nuevos empleos requeridos para esta transformación y aquellos que podrían desaparecer. Además, resulta esencial incluir al sector en la futura Estrategia de Transición Justa, cuya aprobación está prevista para 2025.

Por otro lado, será necesario compensar las pérdidas de empleo con la creación de nuevos puestos de trabajo en toda la cadena de valor, a través de la formación y la recualificación. Para ello, se pueden adoptar medidas como el contrato relevo, que se presenta como una herramienta clave, no solo para rejuvenecer las plantillas, sino también para ajustarlas a las necesidades laborales emergentes; la reducción de la jornada, que debe considerarse no sólo como una medida para fomentar la conciliación, sino también como una estrategia para repartir el trabajo y reducir el impacto de esta transformación; y, por último, cabe apostar por la recualificación y por modelos como la formación dual, que combinan aprendizaje práctico y teórico.

Los retos son numerosos y el tiempo apremia. El objetivo está marcado y hay que avanzar hacia él con una transición ambiciosa, rápida, justa y ordenada.

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