La conciliación, una asignatura pendiente
La llegada de la temporada estival vuelve a poner en apuros a las familias de padres trabajadores e hijos pequeños con dificultades para conciliar. Con el inicio de las vacaciones escolares, se multiplica la tarea de logística para que todo encaje. Entran en juego campamentos de verano, ajustes de horarios laborales y familiares a cargo de los más pequeños.
Acaba el cole y empiezan las vacaciones de verano. El momento más esperado del año escolar para los pequeños de la casa y, en muchas ocasiones, el más temido para sus padres. El fin del año lectivo pone en apuros a muchas familias que se ven obligadas a buscar opciones para conciliar el trabajo y el cuidado de los hijos durante los meses estivales.
Es el caso de Aurora y Dani, padres de Carlos y Lara, de cuatro y dos años. Los malabares para encajar la rutina de su hogar mientras ambos siguen trabajando comienzan el mismo día en el que termina el curso. Sin embargo, las cuestiones relacionadas con la organización familiar de este periodo ya llevan rumiándola meses.
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En conversación con In Itinere, Aurora, que como su marido, es periodista, explica que su hijo mayor primero asistió al campus que se imparte en el colegio público en el que está matriculado durante todo el curso y que se celebró durante la última semana de junio. Con este primer cambio ya se tambaleó la rutina que tenían establecida en su casa: Carlos salía de la escuela de verano a las 17 horas, mientras que el resto del año permanece en el centro hasta las 18 horas realizando actividades extraescolares. Su padre pidió un reajuste horario en su empresa para poder recogerlo a tiempo.
Durante el mes de julio, Carlos asiste a un campamento urbano municipal de la localidad en la que vive. El problema de horarios se repite y Dani o Aurora tienen que volver a modificar su turno de trabajo para poder llegar a tiempo para recoger al pequeño. Pero este no es el único hándicap del parche. “Las colonias no se realizan en el lugar habitual al que suele ir mi hijo, y aunque se imparten en el mismo municipio en el que vivimos, el trayecto hasta allí es más largo y seguimos haciéndolo andando”, explica Aurora, que hace hincapié en este asunto para enfatizar el problema para encajar los horarios de los cuatro miembros de su familia.
Mientras Carlos está en el campamento urbano, Lara, su hermana pequeña, continúa yendo a la escuela infantil, que, para la alegría de los padres, permanece abierta durante el mes de julio. Asiste desde primera hora de la mañana, come en el comedor y después la recoge su madre. Es precisamente periodo que va desde el 22 de junio hasta el 1 de agosto el más conflictivo en la familia de Aurora y Dani, ya que en agosto la pareja disfrutará de sus vacaciones en el trabajo y podrá estar con sus hijos durante todo el día.
Lo cierto es que el encaje de bolillos para que todo siga funcionando en un hogar no es solo una tarea que requiera de logística. También implica un gran desembolso de dinero para costear las actividades a las que asistirán los más pequeños de la casa durante esta época. Aurora calcula que en los campamentos de Carlos ha invertido este año unos 450 euros. Y reconoce que ha tenido suerte al conseguir plaza en el campamento subvencionado por el Ayuntamiento de su municipio. En el caso de Lara, el gasto en comparación con el resto del año no ha variado ya que ha continuado con su rutina habitual en la escuela infantil pública. Una circunstancia con la que no podrán contar el verano que viene, después de que la niña pase al colegio, cuando se verá en la misma situación que su hermano mayor.
“Para un hogar como el mío en el que tenemos sueldos bajos, estas cantidades suponen un gran esfuerzo que en muchas ocasiones se traduce en reducir mucho el presupuesto para poder irte de vacaciones cuando por fin puedes librar en el trabajo”, lamenta Aurora. Pero esto no es todo. Se trata de unos costes que en muchos casos son inasumibles y la única opción para los padres trabajadores es dejar a los pequeños a cargo de sus abuelos. Una opción también inviable para muchos, como en el caso de Aurora, ya que sus padres viven en otra comunidad autónoma.
En busca de la conciliación en el trabajo
El problema se repite año tras año pero las soluciones no parecen cerca por ahora. “No nos ofrecen ninguna opción”, denuncia Aurora. Esta madre cree que las empresas deberían aplicar más medidas para facilitar la rutina familiar: “Se podrían flexibilizar los horarios y que los que seamos padres obligatoriamente trabajásemos en turnos adaptados a los niños en edad escolar… no hay otra manera, si no es imposible”, explica.
La experta en conciliación y creadora de Madresmind Tania Camon considera de vital importancia que, llegados a este punto, además de que se faciliten medidas de conciliación, también se promueva la corresponsabilidad de los cuidados. Camon explica que esto significa que a la hora de organizar, en este caso el verano, se planifique de un modo en el que todos los miembros de la unidad familiar disfruten de una cantidad similar de tiempo de ocio y descanso.
Camon también propone aplicar la corresponsabilidad en las empresas. A su juicio, se debería incentivar desde el ámbito corporativo que todas las personas trabajadoras se acojan a las medidas disponibles para poder conciliar. “En muchos casos, si no se adoptan estas políticas nos encontramos con que las que de manera mayoritaria hacen uso de estas opciones únicamente las mujeres”, explica Camon.
Esta circunstancia a la larga impacta en las carreras profesionales de las madres que también buscan conciliar: “Ellas siguen siendo las que están menos presentes y más ausentes. Aunque no haya consecuencias negativas inmediatas por parte de la organización, sí que a nivel de desarrollo profesional hay un impacto”. Y es que al problema de la conciliación lo atraviesa una cuestión de género, como todo lo relativo a los cuidados.
Las opciones para atajar el problema
Pese a la complicada situación de los padres y las madres con empleo en verano, el Estatuto de los Trabajadores recoge diferentes derechos a los que pueden acogerse para conciliar: la adaptación de jornada, la reducción de jornada o la excedencia. Sin embargo, el nuevo permiso parental de ocho semanas, en vigor desde el año pasado aún no está retribuido. Una cuestión que, a ojos de UGT, “dificulta su ejercicio”.
Desde el sindicato consideran que los derechos existentes siguen siendo insuficientes, especialmente si se tienen en cuenta las realidades de los diferentes sectores productivos en materia de conciliación. Por ejemplo, explican, no todas las personas trabajadoras tienen las mismas posibilidades en relación con los horarios flexibles, y la obligatoriedad en la elección de periodos vacacionales, entre otras cuestiones.
Además, desde UGT remarcan que esta preocupación en la gran mayoría de personas trabajadoras con menores a cargo en los periodos estivales, permanece a lo largo del año para sectores feminizados. Se refieren, entre otras, a las trabajadoras de hogar y las trabajadoras de ayuda a domicilio. “Son mujeres que cuidan de los familiares de otras personas mientras no pueden hacerse cargo de sus familias”, especifican.
“Para una conciliación corresponsable es imprescindible contar con servicios públicos de calidad, asequibles y gratuitos. Que estén adaptados a las necesidades de cada territorio para que conciliar no se convierta en un lujo a disposición de únicamente aquellos que pueden permitírselo. Por ello, es vital la ampliación de derechos individuales y retribuidos que no perpetúen la desigualdad de género”, sentencian.