Wall-E, una distopía cada vez más cercana
«Yo no quiero sobrevivir, quiero vivir«
Hace ya 16 años que uno de los mejores estudios de animación de la Historia del Cine nos regaló su apuesta más ambiciosa desde que comenzó sus andanzas con Toy Story.
Y así fue como nos presentaron la distópica aventura de Wall-E, un robot diseñado para catalogar y almacenar basura en el planeta Tierra una vez éste ha sido deshabitado.
La película cuenta lo que realmente nos quiere decir de una forma tan sutil, que termina por resultar casi increíble la proeza conseguida de haberlo hecho en una película, a primera vista, destinada al público infantil.
Si bien es cierto que en su segunda mitad, la cinta titubea en comparación con los primeros magistrales 45 minutos, no deja de calar hondo el mensaje que nos traslada: no tenemos un segundo planeta.
A pesar de que en la cinta los humanos encontramos una forma de subsistencia, la importancia de la potencial realidad que se nos muestra no debe de dejarnos indiferentes.