Rejuvenecimiento de plantilla: ¿una trampa para el empleo decente?

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Las ofertas de empleo de las empresas suelen incidir en que buscan perfiles con experiencia, en muchos casos, demandan entre 5 y 10 años, o incluso más. Pero a la hora de la verdad, las posibilidades de encontrar trabajo disminuyen con el aumento de la edad y cada vez hay más casos de edadismo en los centros de trabajo que se traducen en despidos o prejubilaciones. Se trata de la discriminación laboral más extendida y la más silenciada. ¿Es también de una excusa para devaluar el factor trabajo?

La edad se ha convertido en un factor de discriminación más, les sucede a los más jóvenes, pero, sobre todo, a las personas con edades superiores a los 45 años. Cada vez observamos, con mayor frecuencia, como las personas en estos tramos de edad son expulsados del mercado de trabajo y lo complicado que resulta para ellos encontrar un nuevo empleo.

No son casos aislados, el informe mundial sobre edadismo, elaborado por las Naciones Unidas, revela que una de cada dos personas en el mundo tiene actitudes edadistas, y que esta forma de discriminación está, en la actualidad.

Las consecuencias de este fenómeno en el ámbito laboral son demoledoras: en la última década el número de mayores de 50 años sin trabajo se ha duplicado en España. Con esas edades deben esperar a llegar a la edad de jubilación y, como pierden años de cotización, les quedan pensiones muy bajas y se merma su calidad de vida. Con las prejubilaciones sucede algo similar.

Son personas activas, con experiencia, pero el sistema productivo, las empresas, prescinden de ellas, a pesar de todo lo que pueden aportar. ¿Por qué sucede esto? ¿Es una cuestión de cultura empresarial? ¿Se trata de reducir costes laborales? ¿Es un fenómeno que va más allá de la economía?

Las empresas ahorran costes pero pierden talento

Desde hace ya años las prejubilaciones, que antes eran una excepción, se han convertido en una norma. Isabel, de 43 años, nos cuenta que, en su empresa, en el sector de seguros, ella es de las mayores. “Se llevaron a cabo varias tandas de prejubilaciones y ya casi no quedan mayores de 50. Los que hay, son jefes”, explica.

Las empresas se deshacen de las personas con mejores condiciones laborales y salarios dignos para contratar a gente con peores condiciones y salarios. La jugada es redonda. Los que ganan son ellos” afirma.

El rejuvenecimiento de las plantillas no puede llevarse a cabo devaluando los salarios y las condiciones laborales”

En el caso de Jesús es diferente, fue despedido con 57 años y lleva más de tres años buscando empleo, él recuerda que “antes, lo normal era entrar a trabajar y jubilarte en la misma empresa, teniendo una vida laboral tranquila, ahora cuando vas cumpliendo años asoma la amenaza del despido o la prejubilación”. “En mi caso”, manifiesta, “no hubo prejubilación y dudo mucho que vuelva a encontrar trabajo, así que con más de 30 años cotizados, me han condenado a un retiro precario”.

Con la excusa del rejuvenecimiento de las plantillas, las empresas reducen costes, sustituyendo a las personas con más antigüedad y experiencia que suelen tener salarios más elevados por otras que, realizando teóricamente las mismas tareas, entran con salarios más reducidos. Se trata, en definitiva, de la devaluación del trabajo de todos, mayores y jóvenes. ¿Quién gana con esto? Como siempre, solo hay que seguir al dinero.

Trabajadores en el limbo

El edadismo tiene además otras vertientes como la de aquellas personas trabajadoras en activo ignoradas por los mandos, relegadas a tareas de escasa responsabilidad y excluidas de los procesos de promoción profesional. Acciones de presión que, en muchos casos, les llevan a pedir la jubilación anticipada.

Es el caso de Miriam, que tiene 56 años y lleva más de 30 años trabajando en la empresa. Cuenta que a partir de los 50 se ha sentido ignorada y silenciada, y sufre “una especie de mobbing laboral encubierto”. “Da la sensación de que tu opinión no interesa, representas ‘lo viejo’ y te hacen sentir como un electrodoméstico, con obsolescencia programada, te dejan al margen”, lamenta.

Lo mismo le sucede a Carmen que, con 55 años, señala que “por el mero hecho de ser mayor, consideran que ya no estás capacitado para hacer tu trabajo. Antes mi opinión era tenida en cuenta en muchos proyectos, ahora cuentan conmigo nada más que para la ejecución de los mismos, cuando ya todo está planificado”.

“Las personas con experiencia aportan mucho a las empresas: son los encargados de enseñar lo que saben a las nuevas incorporaciones”

Ambas coinciden en que “antes que formar a los trabajadores más veteranos, las empresas prefieren contratar gente joven preparada en estos ámbitos, pero con poca experiencia laboral” y esto obedece a que “hay una estrategia empresarial despiadada e injusta” relacionadas con el ahorro en costes laborales con consecuencias nefastas para todos.

El caso de Huawei

Los casos de edadismo son bastante habituales, pero es muy difícil demostrarlos, por eso es extraño que se denuncien y no hay cifras oficiales al respecto. Sin embargo, sí hay jurisprudencia.

El Tribunal Constitucional estableció mediante una sentencia de 2015 que la discriminación por razón de edad está prohibida, a excepción de despidos colectivos en los que se establezcan medidas destinadas a minimizar el prejuicio ocasionado al trabajador próximo a la jubilación. Y recientemente, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid condenó a la empresa Huawei España por vulnerar el derecho fundamental de no discriminación por razón de edad de un trabajador.

El trabajador denunció que la empresa le despidió alegando una reestructuración organizativa derivada del descenso de las ventas en el departamento en el que prestaba sus servicios. En ese departamento trabajaban otras personas, pero solo él superaba los 55 años. Además, tras su salida, su puesto no desapareció, sino que se cubrió por otro empleado más joven.

La sentencia considera que la empresa siguió una estrategia destinada a deshacerse de la plantilla de mayor edad y con más antigüedad, y declaró el despido nulo, obligando a la compañía a readmitir al trabajador y pagarle una indemnización por daños y prejuicios.

– Caza a las empresas con ofertas de trabajo falsas.

Legislar, vigilar y sancionar

Una vez detectado el problema, hay que actuar. Y existen diferentes estrategias que pueden seguirse para tratar de acabar con el edadismo, pero el primer paso debe ser legislar.

Es fundamental establecer leyes claras contra este tipo de discriminación que contengan sanciones ejemplarizantes Además, sería conveniente establecer mecanismos de control y vigilancia a distintos niveles, empezando en las propias empresas.

También hay que fomentar iniciativas como los contratos de relevo y fórmulas para compatibilizar trabajo y pensión.

La formación a lo largo de la vida laboral es así mismo fundamental, pero no podemos perder de vista que la interacción generacional en las plantillas es un elemento muy positivo que puede generar conocimiento, ideas y sinergias beneficiosas para las empresas.

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