Bulos sobre salud laboral

Salud laboral y prevención de riesgos: lo que no quieren que sepas en tu puesto de trabajo.

«El estrés va en el sueldo… (salario emocional)»

Es falso: Una frase que funciona como excusa y como amenaza. El estrés laboral no es un signo de profesionalidad ni de entrega, sino una señal de alarma. Su impacto sobre la salud física y mental es tan real como los riesgos físicos en una obra. Normalizarlo es una forma de precarizar el bienestar, especialmente en sectores feminizados y mal pagados.

«La formación en prevención es voluntaria…»

Es falso. Este bulo viene muy bien a quien prefiere ahorrarse unos euros. No: la formación en prevención de riesgos laborales es obligatoria, debe impartirse siempre que sea posible dentro del horario laboral y correr a cargo de la empresa. Debe ser útil, suficiente y adecuada y centrada en el puesto de trabajo o función de cada persona trabajadora, no un simple trámite para “cumplir el expediente”.

Negacionista escondiendo la cabeza

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«Los accidentes laborales son inevitables…»

Es falso. Otra forma de lavarse las manos. La prevención se basa precisamente en identificar riesgos y tomar medidas para evitarlos o minimizarlos. Asumir que los accidentes “pasan” es como aceptar que hay que trabajar enfermo o en condiciones inseguras. No es resignación: es irresponsabilidad. Si ocurre un accidente, hay que investigar sus causas para implantar nuevas medidas preventivas.

«Los productos tóxicos solo afectan con mucha exposición…»

Es falso y peligroso. Hay sustancias que son peligrosas incluso en pequeñas dosis, especialmente si se manejan sin medidas adecuadas o de forma prolongada, tal es el caso del amianto. Este bulo minimiza el riesgo y pone en peligro la salud de quien trabaja con productos químicos, agentes cancerígenos, mutágenos o tóxicos para la reproducción o materiales peligrosos. Ojo: la ignorancia no protege.

«Las mujeres y los hombres tienen los mismos riesgos…»

Es falso y peligroso. La prevención de riesgos debe incorporar una perspectiva de género y edad, ya que existen diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a las condiciones de trabajo, la exposición a determinados riesgos y las medidas preventivas aplicables. Ignorarlo es perpetuar una prevención incompleta y desigual.

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