Casi tres millones de personas mueren cada año debido a accidentes y enfermedades relacionados con el trabajo. Los datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) evidencian que la cifra va en aumento. En concreto, ha crecido más de un 5% en comparación con datos de 2015. A juicio de la organización, esta cifra subraya “los desafíos persistentes para salvaguardar la salud y la seguridad de los trabajadores en todo el mundo”.
Según el análisis Un llamamiento en favor de entornos de trabajo más seguros y saludables, las enfermedades circulatorias, las neoplasias malignas y las enfermedades respiratorias figuran entre las tres primeras causas de muerte relacionadas con el trabajo.
Ante este panorama, el director general de la OIT, Guy Ryder, ha hecho un llamamiento urgente a todas las naciones para que garanticen que sus políticas de seguridad y salud protegen adecuadamente a los trabajadores y sus medios de subsistencia, al mismo tiempo que aseguren la productividad general.
Abordar esta cuestión sigue siendo todo un reto aún por conseguir. Es necesario enfrentar asuntos relacionados con cuestiones de diversa índole y que abarcan desde los accidentes de trabajo hasta las enfermedades provocadas por la exposición a elementos tóxicos, pasando por la consideración de los riesgos psicosociales de origen laboral.
Más de 800 personas trabajadoras muertas en accidentes de trabajo en 2024
En el año 2024, un total de 833 personas trabajadoras se dirigieron un día a su centro de trabajo y jamás volvieron a sus hogares. Así, 762 hombres y 71 mujeres perdieron la vida en España por el simple hecho de ir a trabajar. Son datos estadísticos del Ministerio de Trabajo y Economía Social. Además, este análisis especifica que en el mismo año se produjeron 1.217.491 accidentes de trabajo, de los que 647.200 causaron la baja laboral de la persona trabajadora. También se notificaron 552.902 accidentes de trabajo sin baja.
Entre las principales causas de estas muertes se encuentran los infartos y derrames cerebrales, con 282 accidentes mortales, seguidos de los accidentes de tráfico y golpes con 104 muertes cada uno.
El sindicato UGT continúa denunciando la infradeclaración de las muertes por golpes de calor. En 2023, solo se declararon cuatro muertes debidas a calor e insolación y en 2024 únicamente una, cifras que no concuerdan con distintas noticias publicadas en prensa sobre accidentes laborales causadas por exposición al calor. Es importante conocer la magnitud real del problema para poder proteger la salud de las personas trabajadoras frente a los efectos del cambio climático.
Además, las bajas laborales por problemas de salud mental no dejan de crecer y son escasas las que reconocen el origen laboral del problema. La falta de desconexión digital es uno de los factores que pueden asociarse a este aumento de las bajas y es que, por ejemplo, los chats enviados fuera del horario laboral habitual de 9 a 5 aumentaron un 15% interanual, con una media de 58 mensajes por persona, que se lanzan antes o después del horario laboral. Además, el uso del correo electrónico durante el fin de semana ha aumentado casi un 20%.
Urgen soluciones ante esta grave situación. Para ello, es necesario que se haga cumplir la legislación en materia preventiva, que sigue siendo una asignatura pendiente en nuestro país. Además, los datos dejan patente que es imprescindible destinar más recursos a mejorar la prevención y la seguridad en los centros de trabajo.

Agentes cancerígenos
Además de estos datos relacionados con los accidentes en el trabajo, la Organización Internacional del Trabajo y la OMS han estimado que dos millones de muertes relacionadas con el trabajo se deben a enfermedades profesionales. En general, el cáncer constituye el componente más importante (aproximadamente el 32%), lo que corresponde a 660 000 muertes, y la exposición al amianto es la que contribuye en mayor proporción.
El cáncer es la causa principal de mortalidad laboral en la Unión Europea (UE). De hecho, se producen en torno a unas 100.000 muertes por cáncer laboral al año, según los datos del Marco Estratégico de la UE en materia de Seguridad y Salud en el Trabajo 2021-2027. En España, fallecen cada año 8.700 hombres y 850 mujeres debido a exposiciones a agentes cancerígenos en sus puestos de trabajo.
Entre los agentes cancerígenos más comunes se encuentra el amianto. Se estima que se cobra en torno a 88.000 vidas al año en Europa. Según datos de Eurostat 2021, España es el cuarto país con más casos de fallecimiento por exposición a este cancerígeno, después de países como Italia, Alemania e Italia. El amianto forma parte de un grupo de minerales de silicatos y en España su uso, producción y comercialización está prohibido desde el año 2002. Está presente en estructuras e instalaciones antiguas, en equipos, vehículos y una variedad de materiales como pueden ser los revestimientos proyectados y mortero, el fibrocemento presente en tejados, depósitos y tuberías y en telas asfálticas y plásticos reforzados.
Otro de los agentes cancerígenos todavía presentes es la sílice cristalina. Se trata de un componente natural que se encuentra en rocas, suelo, arena, hormigón, ladrillo, mortero y en otros materiales para la construcción. Además, se utiliza en minería, fundiciones y marmolería.

El amianto puede causar fibrosis pulmonar, mesotelioma, cáncer de pulmón, laringe u ovario y enfermedades pleurales benignas. Mientas, entre los efectos para la salud de la sílice cristalina se encuentran la artritis reumatoide, el cáncer de pulmón, la silicosis, el EPOC y puede aumentar el riesgo de padecer tuberculosis.
A pesar de todo, la declaración y reconocimiento como enfermedad profesional del cáncer causado por estas sustancias es ínfima. En 2024, únicamente se reconocieron 104 enfermedades profesionales causadas por agentes cancerígenos. De ellas, 96 fueron en hombres y ocho en mujeres. Un total de 54 fueron debidas al amianto y 19 al polvo de sílice libre.
Contrasta enormemente la declaración de casos de cáncer laboral en los distintos países de la Unión Europea, siendo los cánceres profesionales el 32% del total de enfermedades profesionales en Alemania, el 11% en Austria, el 7% en Bélgica y el 5% en Dinamarca, mientras que en España no llega al 1%.
Ante el riesgo de exposición a estas sustancias tóxicas es necesario que las empresas cumplan con sus obligaciones en materia preventiva. Así, estas deben evitar exposición laboral a agentes cancerígenos sustituyendo estas sustancias por otras que no supongan riesgo para la salud; implantar medidas de protección y facilitar equipos de protección individual; reforzar las acciones de información y formación en materia preventiva; así como mantener una vigilancia periódica del estado de salud de la persona trabajadora.
Los riesgos psicosociales, los grandes olvidados en la gestión preventiva
El estrés, el exceso de carga de trabajo y las situaciones de acoso afectan de manera negativa a la salud mental de las personas trabajadoras. Los riesgos psicosociales existen, pero son los grandes olvidados de la gestión preventiva. De hecho, son los únicos que no cuentan con una normativa propia en nuestro país, como por ejemplo los riesgos por la exposición al ruido o a los agentes biológicos.
Los hombres ocupan puestos de trabajo en los que están presentes los riesgos físicos o “tradicionales”. Sin embargo, las mujeres ocupan trabajos donde están expuestas mayormente a riesgos psicosociales como, por ejemplo, aquellos que se desempeñan en el sector de los cuidados, el sector sanitario o la educación. Así, las mujeres presentan una mayor prevalencia de problemas de salud mental que los hombres. Además, perciben una mayor incidencia en su salud por los riesgos psicosociales de origen laboral.
Las mujeres trabajadoras tienden a tener más probabilidad de estar expuestas a factores de riesgo psicosocial como violencia o abuso verbal por parte de clientes, pacientes, alumnos, etc. (19% frente al 14% de los hombres), según la encuesta OSH Pulse-2025. Seguridad y Salud en el Trabajo en la era del cambio climático y digital.
Actualmente, las evaluaciones de riesgo se están desarrollando tomando como referencia un modelo masculinizado en el que no se tienen en cuenta las características propias del sexo femenino. Esto repercute en una deficiente gestión de la prevención de riesgos laborales. Por ello, es esencial avanzar en esta cuestión teniendo en cuenta la perspectiva de género en todos los procesos relacionados con la prevención de la seguridad y la salud, también en los diseños de los puestos y equipos de trabajo, selección de EPIS y en la vigilancia de la salud, entre otros. Por ejemplo, se deberían tener en cuenta cuestiones como la menopausia, para adaptar el trabajo a las mujeres.
En relación a la vigilancia de la salud ya se está avanzando y algunas empresas la amplían realizando pruebas diagnósticas preventivas o cribados para determinadas enfermedades como cáncer de mama, próstata o colon para facilitar la detección precoz y mejorar la supervivencia de las personas trabajadoras. Esta práctica beneficia no solo a los trabajadoras y trabajadores, sino también a las empresas y a la sociedad en general.
Los retos son variados y hay mucho por hacer. Caminar hacia unos centros de trabajo más seguros es urgente. Detrás de cada muerte y de cada patología por cuestiones laborales hay un verdadero drama social de primera magnitud y es necesario poner este asunto en el primer plano político y social. Nadie debería enfermar o perder la vida por tratar de ganársela dignamente.







