A lo largo de su obra, Han hace un diagnóstico sobre cómo nuestra “vieja sociedad disciplinaria” se ha transformado en una sociedad del rendimiento, cuya evolución nos lleva a un cansancio generalizado como sociedad humana.
La productividad se fetichiza, el límite se borra y el agotamiento se vuelve rutina. Lo que llamamos “falta de actitud” suele ser estrés crónico generado por la hiperconexión, la hiperactividad, objetivos difusos y presión para rendir siempre. Así, nos explica que hemos pasado de la orden (“hazlo”) al mandato de la autoexigencia (“puedes con todo”) y eso nos lleva a autoexplotarnos: más horas, más pantallas y más métricas hasta el agotamiento.
El libro pone nombre a problemas cotidianos: correos fuera de horario, reuniones sin fin, evaluación por “estar” en lugar de por resultados. De este modo nace una cultura de la auto-optimización – coaching, wellness, productividad – donde el yo se convierte en proyecto y en marca, produciendo patologías culturales como depresión, TDAH y síndrome del “agotamiento”.
Si te sientes agotado o agotada… No eres tú, es el propio modelo productivo y social que nos quema poco a poco.





