Pues bien, las trabacaciones representan un problema. Si estás trabajando, no estás de vacaciones, por mucho que te lo intenten vender. Son términos antónimos. En la práctica, las trabacaciones implican llevarse en la maleta las mismas responsabilidades que tienes en tu puesto, con todo lo que ello conlleva.
Para empezar, el derecho a las vacaciones está recogido en el Estatuto de los Trabajadores. En la norma se estipula que, en España, el periodo de vacaciones anuales nunca puede ser inferior a 30 días naturales, si bien algunos convenios pueden ampliar esa duración.
Además, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoce desde 1948 el derecho universal de toda persona “al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas”.
Así, el término trabacaciones atenta contra el derecho a las vacaciones y también contra el derecho a la desconexión digital. Este último se refiere al “hecho de no realizar actividades o comunicaciones relacionadas con el trabajo por medio de herramientas digitales, directa o indirectamente, fuera del tiempo de trabajo”, según el Parlamento Europeo. Según el art. 88 de la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales, las personas trabajadoras y empleados/as públicos “tendrán derecho a la desconexión digital a fin de garantizar, fuera del tiempo de trabajo legal o convencionalmente establecido, el respeto de su tiempo de descanso, permisos y vacaciones, así como de su intimidad personal y familiar”.
Un término peligroso
En consecuencia, las empresas o los medios que promuevan el uso de la palabra trabacaciones se esconden tras esta fórmula para camuflar una infracción flagrante de los derechos de las personas trabajadoras. Es un neologismo creado para hacer más precarias las condiciones de descanso de la plantilla.
Porque no, ir a la playa equipado con bañador y toalla, pero llevarse también el portátil para que, después de un chapuzón, puedas seguir contestando correos, no puede entenderse como un periodo de ocio.
Las personas trabajadoras necesitan descansar y la interrupción constante del tiempo libre debilita la salud física y mental.
El problema de no desconectar durante los periodos de descanso, incluidas las vacaciones, es que la persona trabajadora no se recupera ni física ni mentalmente y ello puede derivar en problemas de salud asociados a riesgos psicosociales y ergonómicos.