En marzo de 2020, cuando la pandemia llegó a España, los convenios colectivos que recogían el trabajo a distancia no llegaban al 4%. Esto significa que, de cerca de 20 millones de personas ocupadas, solo 376.000 están amparadas por cláusulas reguladoras de teletrabajo. Sin embargo, con el estallido de la crisis sanitaria, el trabajo a distancia tuvo que impulsarse de la noche a la mañana. Sin planificación, sin formación y sin un marco regulatorio. El teletrabajo cambió muchas cosas y trajo nuevos abusos laborales que, por desgracia, llegaron para quedarse y se han extendido al trabajo presencial. 

La implantación del teletrabajo en España llegó de la mano de la pandemia, en 2020, a pesar que en los Acuerdos Nacionales de Negociación Colectiva 2015-2017 (II AENC) se hacía un llamamiento a la modernización de la organización del trabajo, marcando pautas y recomendaciones para negociar el teletrabajo en las empresas.

Las empresas hicieron caso omiso de estas recomendaciones y con la llegada de la COVID-19 tuvieron que implantar el teletrabajo de la noche a la mañana. Sin un marco regulatorio. Sin planificación. Sin medios. Y sin formación previa. 

Esto, en un país en el que el barómetro de Eurostat señalaba entonces que el 19% de nuestra fuerza laboral se consideraba poco cualificada para hacer uso de tecnologías digitales en su puesto de trabajo. Un país en el furgón de cola de las capacidades digitales de las personas trabajadoras en Europa. 

De manera que éramos una de las economías menos preparadas para afrontar la transformación digital y se dio la paradoja de que se quería fomentar el teletrabajo como medida de prevención, cuando ni la mayoría de las empresas, ni las personas trabajadoras estaban capacitadas para ello.

En marzo de 2020, de en torno a unas 376.000 personas amparadas por cláusulas de teletrabajo en España pasamos a cerca de diez millones de personas trabajando a distancia.

Reloj

En poco menos de un mes, se pasó de reclamar una regulación del teletrabajo en los convenios colectivos, a exigir que se pusiera fin a los abusos y recordar a los empresarios que la situación de Estado de Alarma y el trabajo a distancia no alteraban ni suspendían los derechos laborales, y que quienes teletrabajan seguían teniendo derecho a la desconexión digital o al registro de jornada.

Con la vuelta a la normalidad, el teletrabajo remitió de nuevo, pero los abusos iniciados en la pandemia perduraron y se han extendido incluso al trabajo presencial, por lo que la desconexión sigue siendo una quimera a pesar de la ley que la ampara. 

Con tus propios medios 

Andrea recuerda que en su empresa no había trabajo a distancia, pero en marzo de 2020, les mandaron a todos a trabajar desde casa, una decisión que todos agradecieron en el contexto que se estaba viviendo. “Como la empresa no tenía medios, algunas personas se llevaron sus equipos mientras que otros trabajaron con sus propios ordenadores. Tampoco teníamos móviles de empresa, de manera que tuvimos que utilizar los personales. En esa coyuntura era comprensible, sin embargo, cuatro años después seguimos en las mismas”.

“Lo cierto es que la cosa se descontroló rápido y comenzaron los abusos. Yo tenía una reducción de jornada, trabajaba y cobraba por cinco horas al día, pero empezamos a trabajar una media de 12 horas diarias, e incluso más. Era agotador”, recuerda. 

Ahora parece que pueden enviarte whatsapps sobre trabajo a cualquier hora

“Además, nuestro jefe empezó a enviarnos whatsapps en vez de correos electrónicos. Daba nuestro teléfono a personas externas de la empresa, nos metía en grupos de whatsapp sin nuestro consentimiento… Daba igual la hora, o que fuera el teléfono personal. Como estabas en casa no podías decir que no te era posible. Estábamos atrapados”, nos cuenta.

Los horarios flexibles que duran todo el día

El caso de Jesús es similar, con el agravante de que acababa de ser contratado por la empresa y tenía miedo de ser despedido si desconectaba. Él trabaja en una multinacional y, nos comenta que muchos de los abusos sufridos en pandemia se han perpetuado con la vuelta a la normalidad.

“Los horarios no han vuelto a ser los mismos, se han convertido en horarios flexibles que duran las 24 horas del día. Como tienes los equipos en casa, dan por hecho que puedes hacerlo y seguimos haciendo muchas más horas de las que deberíamos. Horas extraordinarias que nadie nos paga. Incluso es habitual tener que conectarte en tus vacaciones o días libres y lo peor es que se ha normalizado entre la plantilla”, afirma. 

Hombre escuchando música

Jesús apunta que a él su empresa le ofreció todo el material necesario, incluso una silla ergonómica. “Monté una oficina improvisada en la mesa del salón y, cuatro años después, ahí sigue. He perdido parte de mi casa y ver mi puesto de trabajo constantemente no me permite desconectar ni un minuto. Estoy siempre en la oficina”.

Se ha normalizado tener que conectarte fuera de tu horario, en tus vacaciones o días libres

Andrea está de acuerdo, cree que esa flexibilización de horarios ha servido a muchas empresas para establecer un “horario a la carta dependiendo de las necesidades de la empresa, pero no del trabajador, que es quien tiene que adaptar su vida al trabajo. Es un giro peligroso, porque hay quien lo interioriza como algo positivo o incluso moderno, pero no tener horarios es mucho más que un paso atrás”.

Ni salud ni seguridad en el trabajo 

Patricia recuerda que, durante la pandemia, y después, ha llegado a conectarse estando enferma. “Como estabas en casa, te conectabas, aunque no te encontrases bien. Esto era impensable antes”. 

“Lo peor de todo, es que esta es otra de las cosas que ha venido para quedarse, porque a estas alturas todo el mundo lo hace. En vez de ir al médico o quedarse en casa, te conectas. Estamos perdiendo el norte”.

Manuel, que es delegado en prevención de riesgos laborales, señala que esto se ha convertido en algo habitual entre quienes pueden trabajar a distancia, y va más allá: la prevención y las medidas de seguridad y salud en el trabajo se han diluido con el teletrabajo. Sucede lo mismo con la salud mental. 

Manos sobre un teclado

La prevención y las medidas de seguridad y salud en el trabajo se desdibujan

“Si no puedes desconectar ni cuando estás enfermo o cuando estas de vacaciones, es normal que tu salud mental se vea afectada, el estrés es constante. Sientes que tu vida es solo trabajar”, nos dice.

El papel mojado de las leyes

Todas las personas que han hablado con In Itinere coinciden en que, a pesar de las leyes aprobadas, la ley del teletrabajo y el derecho a la desconexión, ellos no se sienten protegidos. Creen que se han generado unas dinámicas de trabajo muy nocivas y es necesario actuar contra ellas, tanto desde dentro de las empresas los propios trabajadores y trabajadoras, como desde fuera, a través de la Inspección de Trabajo. 

Son necesarias más actuaciones de la Inspección de Trabajo y, para ello, es necesario dotarla de recursos económicos y humanos

“Siento que estamos retrocediendo”, nos dice Andrea, “la reducción de tiempo de trabajo; las vacaciones; la salud y seguridad en el trabajo; el registro de la jornada o la conciliación de la vida personal y laboral eran derechos consolidados, y si no hacemos algo al respecto, los que vengan después se encontraran un panorama laboral desolador”.

Por ello, es fundamental elevar las sanciones y no dejar que las nuevas formas de organización del trabajo den lugar a nuevas formas de explotación. 

¿TRABACACIONES? 

Las palabras nunca son inocentes, y este concepto moderno procedente de la traducción del vocablo inglés workation, mucho menos. 

Hay quienes quieren hacernos creer que las personas que disfrutan de sus vacaciones son menos profesionales, y que la profesionalidad se demuestra llevando el ordenador en la mochila hasta la playa más recóndita, aunque ni se abra. 

¿Asuntos urgentes? ¿Es que no hay nadie más en la empresa que el/la que está de vacaciones? ¿En qué momento hemos pasado a idealizar la idea de estar atados a la pata de la mesa? ¿Qué dice eso de nuestra sociedad? ¿Quién narices quiere unas trabacaciones?

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